Andricaín (1995) menciona:
"Cuando un libro infantil descansa en el anaquel de cualquier librero, puede hacerle un guiño cómplice al niño, invitándolo para que se acerque a sus páginas mediante el atractivo de su cubierta. Si el volumen posee una bella ilustración y colores llamativos en su portada como lo muestra la imagen 1, casi es seguro que el pequeño se acercará a él y se aventurará a abrirlo para comenzar a recorrer sus páginas, iniciando así un maravilloso viaje por su contenido".
Un niño en etapa de crecimiento confunde lo real con la ficción y es cuando hay que aprovechar esa ficción presentándole conocimientos de la realidad a través de la lectura textual y gráfica unida en un equipo, paralelas para lograr la comprensión lectora. Recordemos pues la pregunta de Alicia en el País de las Maravillas del escritor británico Lewis Carrol (1865): "¿De qué sirve un libro si no tiene dibujos o diálogos?", haciendo referencia al libro que tenía su hermana. Esta apreciación de una pequeña permite identificar el pensamiento de los niños que prefieren los colores y los dibujos antes que las aburridas, sencillas y grises letras de los textos.
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